miércoles, 4 de junio de 2014

El día en que la política dejó de ser de todos


Nos hicieron creer que un político es un abogado de más de 30 años, con comodidad económica, un léxico de cassette que repite sin problemas, que defiende los intereses de su partido y los propios, que cada 4 años recuerda que puede recorrer las calles y ver las situaciones cotidianas del "pueblo" y que cobra jugosos sueldos estatales. Nunca nos dejaron otra alternativa. ¿Quienes? En gran parte, el poder hegemónico, la aristocracia política, la clase política, pero también, nosotros mismos, que nos dejamos llevar.


Vemos boletas de los partidos vecinales, encuentros vecinales, que no tienen ni propaganda ni presupuesto a la medida de los grandes partidos, y lo desestimamos totalmente. Confiamos nuestro voto a la mayoría, a lo que dicta la boca de urna, y votamos al partido del que era nuestro abuelito, o papá, total no importa el o la persona que está de candidato, si "son todos lo mismo". Argentina divide sus mayorías entre peronistas y radicales, que prácticamente no se distinguen en más que peleas mediáticas, a las que sus seguidores aplauden y los neutrales observan. A eso llamamos política.


Nos hicieron pensar que la "política" es algo fuera de la vida cotidiana, que la clase dirigente es la única capaz de tomar el mando, que hay que tener mucho camino recorrido como chupamedias de los líderes partidarios y sindicales para tener autoridad. Somos pasivos políticos. Dejamos la administración de lo público a cerca mismos de siempre. Los partidos son adornos, basta de incapaces, abramos los ojos, diputados y senadores son títeres de sus partidos e intereses propios, son un poder subordinado del ejecutivo cuando en el ideal de República los 3 poderes son lineales y se controlan entre sí. Pura teoría.


Cualquier ciudadano es más capaz que la "clase dirigente" a la que nos acostumbramos. Hay tantos ejemplos, tan conocidos... Los vecinos debemos entrar en política. No tener miedo a lo que implica formar parte de la administración de NUESTROS recursos, son nuestros, son recursos comunes, del Municipio, Provincia o Nación. Hay que involucrarse, aportar realmente con lo que podemos, de manera que realmente cambiemos eso que tanto nos molesta, que es la corrupción y la falta de distribución reinante. Los ciudadanos comunes creemos que las elecciones son la única manera de cambiar las cosas. Y es lo mínimo, el cambio es desde la raíz de nuestras conciencias ciudadanas: no podemos seguir quejandonos de todo lo que nos pasa, endiablar o endiosar presidentes, figuras o partidolos politicos, debemos formar parte del Estado, de manera activa, aportando nuestro sentido común, valores, trabajo, visión, forma de pensar, empatía, que seguramente son diferentes a las cualidades (si es que las tienen) aquellos que se reparten el poder desde hace décadas, siglos.


Desde la Antigua Grecia (en Atenas precisamente), en donde claramente eran los varones, mayores de 18 años, padres de familia, libres y atenienses, pasando por el Imperio Romano, y llegando hasta nuestros días, el poder, la administración del bien público, ha recaído en las manos de un pequeño circuito de familias, amistades y alianzas políticas. Nunca en la historia de la humanidad se fomentó la participación ciudadana de forma activa en la contienda del poder, y suena lógico: la torta de repartición monetaria de los dirigentes, es muy grande, los beneficios, también. Mientras sean menos, hay más para los que son parte de ese circulo, que puertas afuera muestra peleas y diferencias, pero puertas adentro, reparte los beneficios de vivir del Estado sin jugarse sus puestos. Vivir del pueblo, de los aportes de la gente, de la confianza de quienes los votaron.

El rey Juan Carlos de Borbón (España) y Francisco Franco (dictador de España)
Presidentes, primeros ministros, hasta reyes tenemos actualmente... pero todos, o su gran mayoría, forman parte de las "aristocracias modernas" que se reparten los distintos puestos de poder y nichos estatales disponibles para sacar provecho del tributo de las masas, mientras los bacanes alimentan sus estómagos, egos y bolsillos, del esfuerzo popular.


Por eso, no tengamos miedo a opinar de política, pero desde lo que realmente pensamos. Superemos la literalidad de los diarios, radios y televisores. Analicemos realmente donde estamos parados. Busquemos formas de involucrarnos con la cosa de todos, es decir, la res-publika, o en español moderno, REPÚBLICA.


Todos nosotros tenemos mucho para dar, para ofrecer a la comunidad. Entre todos podemos ayudarnos. No nos quedemos en el molde y en el asiento de la inmovilidad, que deja hacer y deja pasar todas las fechorías de la clase dirigente, que nos muestra una cosa (crispaciones, peleas mediáticas, divisiones), pero que por dentro, la esencia, se mantiene: viven de nosotros, y los dejamos vivir. Como pueblo, nos pongamos los pantalones, y simplemente participemos de lo que es público, lo que es de todos.
Miguel Mateos dijo, de forma metafórica (o no tanto...) que "a la Argentina le faltan HUEVOS".

Nicolás Leoni

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