Si hace unos años elaborábamos una lista de las personas más influyentes del mundo, el primer lugar pertenecería al presidente de Estados Unidos, el segundo reposaría en un multimillonario y se completaría el podio con el presidente chino o algún hombre fuerte de la Unión Europea. Sin embargo, desde marzo de 2013, con el cambio de mando de la Institución más antigua del mundo, Jorge Bergoglio –alias Francisco– puede perfectamente ocupar el primer puesto de ese ranking.
En base a declaraciones inéditas por parte de
un representante de religioso, un particular halo de simpatía y empatía inmola
a Francisco de toda crítica que anteriormente se pudiese adjudicar a cualquier
Obispo de Roma. Esta “carta blanca” de ser una figura con amplia imagen
positiva, le permite quebrar su muñeca en cualquier escenario con el fin de
conseguir dialogo, reuniones y contactos como ningún otro líder mundial podría
hacerlo.
Él logró, en base a un viaje muy simbólico a
la Tierra Santa, reunir (aunque brevemente) a los representantes de Israel y
Palestina, en búsqueda de la paz en esa conflictiva zona. Es Francisco quien
logró reconciliar a la juventud y la opinión pública con el catolicismo en ese
histórico “hagan lío” pronunciado en Río de Janeiro ante millones de personas
de todas partes del mundo, provocando mares de tinta y horas en televisión
alabando la irreverencia del nuevo Pontífice.
Su estilo, si bien encasillado en la ideología
católica, su moral y valores, es más bien de una falta de respeto al protocolo
establecido, espontaneo y más humano. Certifican mi postura las constantes travesuras
del Sumo Pontífice, en las que se desprende de los agentes de seguridad
vaticana para saludar a sus fieles, a los niños o jóvenes. Eso es percibido
como un signo sumamente positivo, que enaltece su figura.
Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América. (Francisco ante movimientos populares en Santa Cruz, Bolivia)
Jorge Bergoglio es muy consciente de la relevancia
de sus dichos, y no es casualidad que en Bolivia haya pedido disculpas por las
atrocidades cometidas por la Inquisición, frente a un pueblo compuesto en su
mayoría por descendientes de pueblos originarios. En Paraguay, donde existe un
porcentaje muy pequeño de grandes terratenientes (500 familias poseen el 90% de
las tierras productivas) criticó fuertemente a los latifundios. En esta misma
gira por Latinoamérica, abogó por “las famosas tres T: tierra, techo y trabajo”,
a los que calificó de “derechos sagrados”.
El líder del emblemático Movimiento sin Tierra
de Brasil, hace poco tiempo dijo que “si el capitalismo tiene a Obama, nosotros
tenemos a Francisco”. En Santa Cruz de la Sierra, hogar de las clases pudientes
de la República Plurinacional de Bolivia, “instaló en el imaginario público la
idea de que el capitalismo es un sistema inhumano, injusto, predatorio, que
debe ser superado mediante un cambio estructural y que, por eso, no hay que
temerle a la palabra revolución”, afirma Atilio Borón.
Hoy, en este instante, el Papa Francisco está
en la llave de Nuestra América: Cuba. En la tierra de los Castro, donde visitó
a Fidel y saludó a Cristina, Bergoglio tiene la oportunidad de entablar el tan
esperado dialogo para romper el hielo entre la isla caribeña y los Estados
Unidos. Sin temor a exigir el fin del “embargo” (o bloqueo), visitará al país
del norte con el fin de mediar en la normalización de las relaciones diplomáticas
entre ambos países.
El Papa Francisco demostró en Cuba y EE.UU. que ya es un líder global. http://t.co/emw5kqyWqp
— Cronista.com (@Cronistacom) septiembre 28, 2015
Repercusiones de una visita histórica: El Papa Francisco en Cuba junto a @CFKArgentina y Fidel Castro #678DomingoPolítico
— 6-7-8 (@678elprograma) septiembre 21, 2015
Francisco en Cuba, 3 fotos. Falta la de Fidel, que sería un goce. pic.twitter.com/3VadzCY3Ss
— Nicolás Leoni (@nicoleoni13) septiembre 20, 2015
Como dijo hace meses, este mismo Papa,
encarnando el papel de un luchador por la justicia social y la equidad, esperemos
que “el clamor de los excluidos se escuche en América Latina y en toda la
tierra”. Para eso esta él, como portavoz del reclamo de los millones de
excluidos del mundo. Un argentino anda suelto, y esta vez, es una gran noticia.